Este fue escrito para el taller desarrollado con la red de salud de Iquique en la capacitación desarrollada en año 2002
Has lo que puedas lo demás déjaselo a Díos
(Anónimo)
Ya... ya... no insistas, el cielo ya te lo ganaste..
(Dios)
Leandro Antonio Cortes Araya
Equipo CONACE
Primera Región
Los procesos cognitivos y emocionales que están a la base del trabajo de acompañamiento de personas con problemas de consumo de drogas, generalmente están cargados de elementos que gatillan sentimientos de frustración y cansancio que dificultan el desarrollo de un trabajo adecuado y más importante aún en el deterioro de la salud psíquica del profesional o técnico.
Esta situación es la que determina la necesidad en los equipos de trabajo de incorporar dentro de su planificación estrategias que disminuyan la probabilidad de ocurrencia de cuadros patológicos en los miembros del equipo. Desde esta perspectiva se enmarca el concepto de AUTOCUIDADO, palabra que se ha puesto de moda y que trata de explicitar la necesidad de que las personas que trabajan en este ámbito se “cuiden”.
El desarrollo del taller esta direccionado a fortalecer la necesidad de la supervisión en los equipos de trabajo a partir de reflexiones que son motivadas por cogniciones comunes que aparecen en los educadores o terapeutas en el desarrollo de ejecución de sus tareas.
La tarea de acompañar o supervisar a terapeutas es reconocer en estos la condición de personas que acompañan a otras personas, es la condición de YO y TÚ lo que genera una relación de ayuda que se pueda caracterizar como compleja e intensa, capaces de producir dificultades en el emocionar del profesional, operador, educador como quiera que se defina.
Algunas de las consecuencias de estas relaciones, son los pensamientos o cogniciones individuales, o del equipo que producen sentimientos de desgaste y frustración; éstas podemos describirlas de la siguiente manera:
1.- No sé qué hacer... Siento que me faltan herramientas para abordar esta situación...:
Una de las situaciones comunes que aparecen en los formadores o terapeutas es la angustia asociada a la percepción de auto-eficacia en relación al acompañamiento. Existe la necesidad de “saber” más sobre lo que se hace, generando niveles de ansiedad que se manifiestan en la búsqueda constante de técnicas que puedan ayudar a dar respuestas atinadas a los problemas de sus pacientes.
Esta situación se intensifica por dos factores principalmente:
Competitividad del contexto laboral:
Una de las situaciones que se han generado en el contexto laboral es la relación de profesionales versus no profesionales, pues en el escenario de las comunidades terapéuticas y en los organismos e instituciones que desarrollan trabajos en esta área, un número importante de sus trabajadores son monitores, educadores o técnicos en rehabilitación sin experiencia de formación formal, que en unos casos genera procesos de inseguridad al sentir el poco respeto de su conocimiento basado en la experiencia en el área, por los años de trabajo o por ser personas que han experimentado el problema de la dependencia y hoy desarrollan trabajos de educador y formador.
Omnipotencia – impotencia:
Según Cambiaso e Berrieni, citado por Mauricio Coletti (1992) plantean la, presiones que recibe el terapeuta “para actuar rápido y dar respuestas al dependiente y su familia, lo que en muchos casos no se correlaciona con los éxitos de estas intervenciones.
De esta manera, se debe reflexionar al interior de los equipos de trabajo la necesidad de establecer tiempos reales de acompañamiento, y no intentar caminos cortos de soluciones a través de mecanismos mágicos y poco validados.
El camino que se puede seguir en esta área es el desarrollo de políticas de capacitación adecuadas que permitan nivelar a las personas que tengan carencias en el ámbito de la formación formal y sistemática, pero más importante aún validar la experiencia como herramienta de aprendizaje.
2.- No sé qué me pasa, siento que lo que afecta al cliente me hace eco. Me afecta...
Una de las situaciones que más se discuten en esta área son las distancias y las características del encuadre terapéutico que se debe desarrollar y construir en torno al acompañamiento de personas dependientes, frente a esto se debe entender lo siguiente:
• No existe un límite claro, este debe ser construido a nivel personal y como equipos determinando hasta donde llega el programa y donde empieza el paciente, residente, beneficiario o como lo definamos.
• Este eco tiene relación con las consecuencias que tiene acompañar el dolor de los otros, en el proceso de ayudar a los residentes a ir descongelando aquellos sentimientos cristalizados en el proceso de la dependencia, como platea Mansilla, Juan Carlos “...Los terapeutas están expuestos a continuas exposiciones de Ondas Expansivas emocionales que producen algo en el operador...”, prosigue citando a Freud “... Quien da pelea a demonios ajenos, nunca sale indemne de la batalla...”.
• Frente a esto, el autor plantea cuatro elementos que pueden ayudar a enfrentar esta situación, ellas son:
1. Autoconocimiento: Es conocerse y reconocerse asumiendo los elementos débiles y fuertes, el estilo que tienen para desarrollar su trabajo y la dinámica de desarrollo humano que implica la movilidad constante evitando la cristalización.
2. Punto de movilización: reconocer qué elementos del proceso del otro moviliza en la persona, situaciones pasadas o situaciones latentes, esto se reconoce por el nivel de angustia que genera, lo que esto sugiere el estar atento y no producir mecanismos de negación, entre otros.
3. Límites y expectativas: Generalmente en los equipos se generan situaciones donde sus miembros tratan de suponer qué es lo que el equipo espera de él, estableciendo respuestas no en función de su estilo de reaccionar frente a los problemas o el dolor de los otros, sino en función de las expectativas de los otros, de esta manera se tiende a sobre reaccionar o a la inversa en situaciones determinadas. Un ejemplo de esto es cuando decido ser fuerte y duro para que no piensen que soy “débil” o “fácil de manipular.
4. Atención al rol: Esto es fundamental, por las características socio terapéuticas de este tipo de trabajo. El desarrollo de límites se complejiza, pero se debe reconocer que sobre la relación de amistad, paternidad, compañerismo, etc, esta la relación que debe ser clara de operador terapéutico o como queramos definirlo, esto no implica una relación distante, sino por el contrario cercana. Sin embargo, ésta debe ser sana, además no se debe olvidar los rasgos psicopáticos de la dependencia, en las cuales podemos vernos atrapados y manipulados.
3.- No sé si tendré la suficiente sanidad mental para ayudarlo “no me entiendo yo” y pretendo entenderlo...
Uno de los pensamientos que aparecen con una frecuencia significativa en los operadores, es la sensación que no tienen la legitimidad de ayudar a otros por sentir que sus procesos personales no están claros, que exige a otros lo que es incapaz de hacer consigo mismo,
Frente a esto se debe hacer la diferenciación:
Existen operadores o formadores que no han experimentado ningún proceso terapéutico previo antes de desarrollar este tipo de trabajos, por lo que no han desarrollado las habilidades necesarias para realizar un proceso de autoconocimeinto, elemento sugerido en el punto anterior. Por otra parte existen profesionales que no consideran importante esta variable para acompañar a otras personas asumiendo un rol más técnico y menos relacional.
En términos generales esta situación estará determinada por el nivel de angustia que produce en el operador, lo que puede estar hablando de una situación puntual, por un proceso que vive en su vida personal, o estamos hablando de un proceso creciente que debe ser abordado pues implica niveles de estrés y agotamiento que pueden general patología más graves “Burn Out” por ejemplo.
4.-No sé que me pasa “estos sentimientos no debería sentirlos........ pensé haberlos superado
Este sentimiento se da con más frecuencias en aquellos operadores o formadores ex depenientes que han vivido una fuerte experiencia terapéutica. Esto se experimenta a partir de una idea pre-concebida de que los problemas que se abordaron en el pasado y que en alguna medida explicaban la patología estaban superadas y ya no podían ser experimentadas como experiencias negativas en el futuro.
Frente a esto cabe destacar lo siguiente:
Más que “superar” experiencias dolorosas lo que permite el acompañamiento es reconocerlas y acogerlas como elementos de una historia que debe ser asumida y no utilizada de pretexto para conductas no deseadas, en otras palabras los seres humanos somos sumamente complejos como para parcializar nuestra vida descartando situaciones desagradables de nuestro pasado, de esta manera “por más que halla dedicado horas terapéuticas a superar el abandono de mi padre” esto podrá seguir apareciendo una otra vez como una visita indeseable, sin embargo, la diferencia esta en que ya no generará el daño que provocaba en el pasado. Este es la base de la “superación del problema” no en el descarte sino en su acogida con libertad.
Lo complejo de esto es que se genera el fenómeno que analizábamos anteriormente es relación a las expectativas, de los que los otros esperan de mí, negando estos sentimientos, “por estar ya superados” imposibilitando la posibilidad de acompañamiento y supervisión.
5.-Hoy no tengo ganas de escuchar a nadie, me siento agotada/do emocionalmente...
Si esto se presenta se debe acoger con normalidad y ser acogido por el equipo, sin embargo, si es recurrente puede ser un indicador de estrés o más grave aún. Una de las características más agudas del síndrome de “Burn Out que es la despersonalización de la relación “el estar pero no estar”.
6.- El equipo me tiene agotado me presiona para que cuente que pasa conmigo......... pero yo no tengo ganas.......
Este punto lo desarrollamos en detalle en el documento de sistematización de del taller de cuidado de equipos, donde se detalla las expectativas de los equipos en cuanto al nivel de interacción que se debe generar y la profundidad de éstos, concluyendo que esto debe ser consensuado y en concordancia con las características específicas del modelo donde se desarrolla el trabajo.
7.- En mi equipo no existe ninguna posibilidad de que pueda contar lo que pasa con migo, cada uno hace su trabajo y no se preocupan del resto.
Para algunos autores (Stragiotti Marcela, Leoni Griselda) los equipos como ejes centrales en el desarrollo de las patologías de coodependencia, elaboran estructuras rígidas de relación que impiden a los miembros del equipo a compartir sus procesos internos, llenos de sentimientos, experiencias y necesidades. Existe una experiencia de negación grupal que impide mirar lo que esta pasando, sistémicamente crean un proceso de cristalización que impide la movilidad y el desarrollo de sus miembros.
La ganancia de esto último, es la no toma de contacto con aquellos sentimientos que nos abruman y agotan, se sigue funcionando sin embargo, se está desarrollando una contención donde el YO, busca desesperadamente el desahogo.
8.- No hay caso... todo lo que hacemos es parche........
Dentro de un grupo de profesionales este análisis genera altos niveles de frustración y cansancio, comúnmente estos profesionales se caracterizan por incorporar un gran número de elementos y variables al momento de evaluar usa situación determinada.
Se plantea que los problemas conductuales o de consumo sólo son síntomas del problema no el problema: esto implica reconocer que la situación de las personas con las cuales trabajan en especial de los niños y jóvenes es consecuencia de una sociedad que no ofrece las oportunidades igualitarias de desarrollo social o por los niveles dispares de la distribución de los recursos.
En este plano la responsabilidad de las estructuras y en especifico del estado, el gobierno y el mundo privado, tienen mayor relevancia.
Esto significa que lo que se puede aportar a solucionar el problema tendrá poco sentido si no se generan las condiciones básicas estructurales que mejoren la calidad de vida de las personas, especial de los sectores más marginales y excluidos, desde donde proviene el mayor número de beneficiarios de estos programas.
Este análisis también incorpora la situación de las instituciones donde desarrollan sus trabajos, generalmente se juzga el hecho de que la realización de talleres de cuidado de equipos o de autocuidado, no incorporan cambios significativos y estables, por no existir una voluntad de tipo gerencial para modificar las situaciones de higiene laboral, ambiente laboral, etc, que explican -en muchos casos en forma significativa- el desgaste de los equipos de trabajo.
9.-Lo que pasa es que él no se comprometió con el “cambio”... nosotros no tenemos la culpa de su fracaso.....
Esto tiene dos miradas; la primera asociada a que los operadores tienden a asumir más responsabilidad que las que les corresponde atribuyéndose un rol activo en la recaída o deserción de la persona atendida, cuando esto sucede se debe considerar claramente el acompañamiento del equipo o de las personas que desarrollan esta construcción culpogena de su servicio. Desde esta premisa esta afirmación es sana, pues en muchos casos independiente del esfuerzo que se realice la personan atendida niega el problema o esta en el proceso sin una motivación significativa, por lo que sólo está en un período de precontemplación (Prochasca y DiClemente)
Sin embargo, por otra parte esta afirmación puede ser una manifestación velada de autodefensa de los equipos para ocultar su falta de capacidad como equipo o programa de generar un nivel de motivación en la persona atendida para que permanezca en el proceso de tratamiento o acompañamiento.
10.- Lo que vale es la experiencia, lo demás es cuento...........
Se debe tener un espíritu crítico con relación a basar el éxito de los programas y planes en sólo la variable técnica, sabemos que es fundamental darle importancia y mejorar los niveles técnicos de los profesionales que trabajan en el ámbito, sin embargo se deben rescatar los valores de estos modelos que en su mayoría nacen como espacios alternativos a los espacios “oficiales” que se generaban desde los modelos clásicos de salud y judicial, donde el “control” y la “enfermedad” era lo más importante, estos espacios alternativos apostaban a que la solidaridad y el proceso de cambio era lo principal, si se hacía en conjunto con otros, no en forma individual (modelo clínico tradicional), por lo que el cariño la fraternidad eran los pilares.
De esta manera podemos concluir que la experiencia es fundamental, siempre complementada con herramientas que la ciencia ha construido desde el aprendizaje de personas que han sistematizado las “experiencias” por lo que en alguna medida en un círculo praxiologico, permite un mayor desarrollo de este servicio.
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Hace 11 años
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